Cuidador de trenes.

Cuando niño andaba con mis trenes de lata ensartados todos con un cordel y los llevaba siempre conmigo, estaban pintados de vivos colores, vivían dentro de la maleta de mimbre que alguien me regaló y los sacaba a pasear, su linea era la tierra, el barro o el tablado de la casa, jamás me abandonaron, incluso los llevaba a Viña en tren... Será eso lo que marcó mi vida para siempre, es simplemente un acto de gratitud. Ellos me cuidaron. Ahora me toca a mi.

febrero 06, 2006


Montaje fotográfico de imágen digital conceptual de automotor Xtrápolis de Alstom, sobre fotografía del tramo ferroviario frente a subida El Sauce,
donde se unen Valparaíso
y Viña del Mar.




De la realidad de la idea
las cosas cambian de carril.

Tren pasante, paciente, paz siente, paz ciencia, pax present, pasado presente, de material ausente casi con ruedas de carreta, de humanidad creciente en el sentido de las manecillas de la arena metódica y de las piedras molidas a puro golpe de cerebro cristalizado.
Azules, rojos, verde-azules..., morados de tanto comer pasajeros con kilómetros de costa y senderos binarios que pueden aparecer o desaparecer de la mano del guarda-cruce... o del bandererero.
Dosificar los módulos de palabras necesarias para alimentar gargantas secas de palabras, el automotor Xtrápolis galopa, galopa, galopa... y de vez en cuando tose para disimular el cambio de vías, pero nada más propio de él, es francés, con nombre casi grecolatino impuesto por la moda, ¡casi un dios!.... y fué oculto para no ver lo que come, es de mal gusto, porque come todo tipo de idioteces instantáneas, desechables, algunas delicatessen, una que otra copa espirituosa, pero muy a lo lejos... sobretodo... engulle sesitos inconscientes a los que la falta de oxígeno los mata en vida, rancios, añejos y no tanto... pero es un tren paciente, conocedor de vías secretas, de ramales sub-cutáneos que ven la luz desde el periscopio del conductor y que llega habitualmente en punto con la esperanza de dejar la comida chatarra...

enero 31, 2006

Hoy quiero dar gracias a Dios!...



Porque vivo por él, toda mi existencia existe por él... parece tautológico...
Conozco la tautología y él es el único que tiene existencia en la tautología.
Mi Dios es Dios por ser Dios... ¿No es extraordinario?...
Si soy como soy: Malo... imprudente... ignorante... impotente... cobarde... ¡sobretodo cobarde!... (y eso lo se desde tercera preparatoria...) es que les contaré una aventura del Instituto Rafaél Ariztía de Quillota...
Un día hice un acto de fuga genial en el momento de una vacuna contra algo y nadie nunca me cazo... corrí... corrí... corrí... hasta que llegué a mi casa con el espíritu más noble de una victoria... ¡vencí a todas esas enfermeras de delantal blanco que volaban por el patio del colegio tras de mi, me sentía grande, y a todos esos compañeros de cursos mucho más grandes que yo, (incluso de humanidades), yo invencible, imparable, y ¡Libre!... hasta la hora del almuerzo... es cuando viene la traición.
Esa tarde esperando el aplauso de una jornada triunfal es que soy tomado prisionero y devuelto al colegio para ser escrito por esa pluma... si... no era jeringa ni nada parecido... era una simple pluma de esas que se cargaban con tinta del tintero del pupitre, ahora cargada con alguna pócima antiniñez, vencieron... me robaron la valentía... la valentía... la valentía... la vida.
Algo así le debe haber pasado a Jesús cuando le robaron ¡La inocencia!...

enero 29, 2006



Serpiente de oro, Las Chilcas.

Tengo que decir que Nicanor Parra me hace mal, viene a insultar gratuitamente con su "Tren Instantaneo", a todos los hombres y mujeres que pasaron sus vidas en las plataformas del último carro de un tren al sur, absorviendo aromas de campo en la noche, con un café, con un cigarrillo, con una conversación que aún vive entre rieles brillantes a la luz de la luna, rítmicos, leales, entrañables... y a los y las que pasaron horas en andenes de cemento, en bancas de cemento, comiendo tortillas al rescoldo en Curicó, o sanguchitos de ave en La Calera... y a los y las que aún hacen posible que este viejo invento siga vivo a pesar de poetas instantáneos, que seguramente dejó el tren, con el talento de un irrisorio onomástico pueril.
Mi gratitud a los eternos durmientes que hacen posible mi propio ferrocarril.

enero 20, 2006

Fractal


Cinco hábitos extraños:
(Un juego al que he sido invitado)


Uno: Ir a ver líneas férreas y tener le suerte de ver pasar un tren.

Dos: Subir cerros a ver crecer los árboles, desde donde se pueda sentir al tren pasar.

Tres: Hablar con los perros más que con mi conciencia.

Cuatro: Tocar la flauta en misa. (No se si será un hábito musical o divino).

Cinco: Estudiar psicología después del ayer... je je je.



Instrucciones del juego en "comentarios".


Ha llegado carta...

¡Carta... carta... carta...!
Extraño es el tema de las cartas que tienen recuerdos impregnados de geometrías cartesianas y sonidos escolásticos, que es lo que uno espera de las cartas latinas. Acatadoras, levemente elegantes, ellas no pierden ocasión importante para llevar plumas, chocolates huecos, con destinos asociados a la propia Gestalt. Cartas engendradoras de corriente continua entre organismos paralelos, generadoras de perpendicularidades o bisectrices.
Jugar cartas, raro; en persona, más raro... cartas eclosivas de pétalos de aromas rojos, amarillos, y encarnados que me piden el próximo desplazamiento...

enero 17, 2006


Sellos postales chilenos, 1951

El primer ferrocarril del continente, donde la historia cambia para siempre; el caballo que no se reproduce, el caballo que se inventa cada vez, razón suficiente para ser cazadores de tornamesas y ansiedades que pueblan estaciones inexistentes en las que abrevan pacientemente las locomotoras intermitentes, con conductores intermitentes y pasajeros impertinentes.

Solo queda inventar el pasado con la materia del Aliviol y Caruso.

enero 13, 2006

Tamara de Lempicka, Dormeuse 1931-32
otro aporte de Lila Magritte

Entre Meiggs y Llay-Llay

Encontré locomotoras con piedras de naftalina que arrastran mecenas enteros por la cuesta del Tabón, y suben y bajan dóciles al requerimiento del maquinista más empinado, y las ruedas suenan campanas tañendo tiñendo de ecos el borde del risco que truena con el recuerdo de ¡"malta-bil-y-pilsen"! o de la sustancia. Mi maleta cuadrada, el tren lleno de nichos, el recuerdo de tanta cara de... caradura, blancos de harina congelada, inmóviles, pintados, fríos, indiferentes, enlatados como almácigos de ciprés en un sombrío invernadero. Lo único importante, el tren que entra y sale de las curvas, de los puentes, de los túneles, de los cerros obligantes, elegantes, altaneros, y mi tren que se entiende, que me entiende... que entiende las gravedades. Y yo solo en un silencio de miedo sentado en el fondo del carro sobre mi pequeña maleta de cuero.

enero 10, 2006

Tren de humo, de Edward Munch

Aporte de Lila Magritte.


"De los trenes"

II

"Ya fuera en los escaños de la cocina o en la soledad del portón hablábamos interminablemente del tren y sus pasajeros. Pero la verdad era que no había más que un solo tren y era ése el de lo sueños, y nadie nos iba a despertar a la realidad de piedras encadenadas con bejucos. Si queríamos imponer el tren pitábamos con él y con toda el alma por la casa y pronto estábamos en marcha, y el tren viajaba sin tropiezos por la sala y salía del largo túnel del pasillo a la boscosa luz del patio. Viajábamos todo el día tirando carbón a la caldera o repartiendo barriles de leche fría desde el furgón del correo. Por la tarde regresábamos como de otro mundo, bañados por el sol del trópico y con los dedos ennegrecidos por la fricción de las piedras. Habíamos abandonado el tren con su destino al fondo del patio, donde empezaba el mar a cubrir de prisa y óxido sus olas".


del escritor colombiano Armando Romero.

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